El Papa Francisco ha generado controversia dentro de la Iglesia Católica con una nueva directriz sobre el sacramento de la confesión, abordando de manera directa la práctica del perdón cristiano. Durante un encuentro con los penitenciarios vaticanos, conocidos popularmente como los «confesores de San Pedro», el líder eclesiástico estableció un nuevo enfoque para los sacerdotes encargados de escuchar las confesiones de los fieles.

El pontífice hizo hincapié en la importancia del perdón, instando a los sacerdotes a «perdonar todo» sin caer en un rol de juicio. «Nosotros estamos para perdonar, otro estará para reñir», enfatizó, subrayando la esencia del sacerdocio en la administración del perdón divino.
Francisco delineó tres claves fundamentales que deben guiar a los sacerdotes en su labor: perdonar sin límites, limitar las preguntas a los penitentes, y evitar adoptar una postura de «psiquiatra». «Ustedes les permiten encontrar al Señor de la misericordia en el sacramento de la Reconciliación», afirmó, reafirmando el rol esencial de los confesores en la vida espiritual de los fieles.
Además, el Papa subrayó la relevancia de su presencia en la Basílica de San Pedro, donde muchos fieles acuden no solo por motivos turísticos, sino en busca de la misericordia de Dios. «La escucha es basicamente esencial», comentó, refiriéndose a la necesidad de que los confesores sean cercanos, misericordiosos y compasivos.
Francisco desarrolló las virtudes que debe poseer un buen confesor, empezando por la humildad, que implica reconocer la propia necesidad de perdón. «Convertirse en penitentes en busca de perdón es primordial», destacó el Papa, señalando que la oración humilde es fundamental en este proceso.
La escucha activa fue otra de las claves que enfatizó, animando a los sacerdotes a acoger las palabras de los penitentes como un don de Dios. «Escuchen y no pregunten tanto. Están ahí para perdonar», reiteró, aconsejando que cuanto menos hablen, mejor.
Por último, la misericordia fue el tercer pilar, destacando la necesidad de que los confesores sean hombres generosos y comprensivos. «No es tan importante si ustedes han entendido lo que se dice en la confesión, sino que Dios ha aceptado ese arrepentimiento», concluyó el Papa.
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